A partir de este texto, conocido por todos, nace la obra Popular de Teatro LA VAQUERA DE LA FINOJOSA. Este breve poema, el más conocido del Marqués de Santillana lo entroncamos en las canciones de serrana españolas, que hunden sus raíces en la antigua tradición de la lírica popular castellana. Eran unos cantares muy breves puestos en boca de un esforzado caminante que expresaba su esperanza de que, en la montaña, habría de encontrarse con una bella muchacha que le ayudara a pasar la sierra, si no es que, además, le otorgara otros favores.
Así, por ejemplo, las que dicen: “Encima del puerto / vide una serrana; / sin duda es galana” o “¿Por dó pasaré la sierra, / gentil serrana morena?”. Dada la frecuencia de dichas canciones, el supuesto Arcipreste de Hita, con afán desmitificador, hiperrealista y paródico, presenta, en las cuatro cantigas de serrana del Libro de Buen Amor (1330-1343), otros tantos encuentros con cuatro mozas.
Sin embargo, en el siglo siguiente y en las estilizadas serranillas de Santillana, se cambian las tornas. El narrador no es ya un pobre pastor o un rústico, ni tampoco un clérigo ajuglarado, sino un caballero que cuenta, como si lo hiciera a otros nobles amigos, que, en el camino de
la sierra, encontró a una pastora a la que requirió de amores; y si unas veces la consiguió, otras fueron rechazado por ella. Los ritmos y situaciones, tomados de la lírica popular, se alían con los influjos de la pastourelle provenzal y, sobre todo, de la pastorella italiana. La acción está más desarrollada y hay mayor importancia del diálogo; también exquisitas e irónicas actitudes de cortesía y refinados matices eróticos que la pluma de don Íñigo supo expresar con mesura y gracia, como señalaron los profesores Lapesa y Durán.
En efecto, la idealización bucólica, más el ritmo ágil y la frescura de los versos, son notas distintivas de esta célebre “Serranilla VII” (1436-1439; la VI, hasta la fijación cronológica y textual de los profesores Gómez Moreno y Kerkhof). Todo en el poema es encantador: las referencias a sí mismo, cansado de tanto cabalgar y perdido en el camino, el hábil bosquejo del lugar del encuentro -verdadero “locus amoenus”- y el ponderado elogio de la belleza de la muchacha, “fablando sin glosa”, o sea, sin circunloquios ni exageraciones.
El diálogo final es una auténtica delicia. Frente a la pregunta desviada del caballero, como si se refiriera a otra moza, y que, según comenta como de pasada, la realiza “por saber quién era” -lo que equivale a decir de qué condición-, la rápida respuesta de la vaquera, que elude, con firmeza e ironía, la indirecta proposición amorosa del señor. El final es incierto, pero puede suponerse que el noble caballero se retira sin insistir más y, en cambio, prevalece su asombro por haber encontrado, en un lugar agreste y “cuidando ganado / con otros pastores”, la sorprendente gracia y belleza de “aquella vaquera de la Finojosa”.
A diferencia de lo que ocurre con las otras serranillas del Marqués, ha resultado imposible fijar con exactitud la ubicación del encuentro, no obstante, las referencias geográficas que, con afán de verosimilitud, da Santillana en ésta como en todas. La “frontera” podría ser la andaluza, entre tierras cristianas y moras, la de dicho puerto de Sierra Morena y, en cuanto a Santa María e Hinojosa, las vamos a considerar como el Santuario de Santa María de la Antigua e Hinojosa del Duque, en aquella época La Finojosa, aunque tal vez, pudieron ser otros lugares, esto no es lo más importante, pues a iniciativa de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Hinojosa del Duque, para conmemorar el sexto centenario del nacimiento del Marqués de Santillana, se decide encargar un texto teatral para recrear el paso del noble por Hinojosa del Duque, a modo de homenaje, para que, con el paso de los años, 24 se cumplirán con la octava edición, esta obra de Teatro Popular pase a convertirse en seña de identidad de Hinojosa del Duque.
La belleza de su puesta en escena, en la Plaza de la Catedral, ante la fachada de la Parroquia de San Juan Bautista la dotan de una especificidad única en Andalucía y en España, destacando la labor conjunta de todo un pueblo ante su “Vaquera”. El dramaturgo cordobés Francisco Benítez escribió, especialmente para la ocasión, por encargo del Ayuntamiento de Hinojosa del Duque, la obra “La Vaquera de la Finojosa. Retablo para un teatro popular”, que se representa en la Plaza de la Catedral. En ella se narra el paso del Marqués de Santillana por la ciudad de Hinojosa del
Duque y las diversas peripecias que allí acontecieron, así como su famoso encuentro con la Vaquera de la Finojosa. Se trata de un texto dramático compuesto en versos octosílabos, nutrido con música propia del entorno, y con giros tomados directamente del lenguaje diario de las gentes del lugar. Los actores escenifican la obra ataviados al modo medieval, fruto de la inspiración y la creación de un diseñador local.
Con posterioridad a 1998 y, fruto de la investigación de los historiadores locales se tuvo conocimiento de otro texto “La vaquera de la Finojosa” (1874), inspirada también en la famosa serranilla de Íñigo López de Mendoza y escrito por el autor gaditano Luis de Eguílaz. Este texto también ha sido tomado en alguna de las representaciones de esta obra de teatro popular.